lunes, 5 de abril de 2021

Marzo 2021

                                      

Hace siete meses mi mamá se fue y yo voy más lento. El duelo se sienta conmigo a meditar, comer, escribir, leer, recortar, pegar. Cuando camino va detrás de mí como una hoja seca dando vueltas. Si intentara arrancarlo, pronto desarrollaría el síndrome del miembro fantasma, porque una mano cortada no deja de ser mano. Si intentara esconderme, vendría sigilosamente con su dedo índice tocaría mi hombro y gritaría llenándome de saliva: “ERE”. Yo quedaría paralizada para siempre, porque soy la única que juega este juego, porque no hay nada que pueda tocarme para volver a correr.

sábado, 20 de marzo de 2021

Febrero 2021

 



La calle me devuelve la flor abierta en una diapositiva antigua y sin olor. Hace nada el polen rodaba por cada uno de los pétalos, volviéndolos más dulces con cada desplazamiento. El jugo lo llenaba todo y los pájaros venían a comer en mi mano. Hasta la bestia dormía debajo de la cama, dopada de tanto fulgor. Por primera vez no hubo dolor cuando la tintura de mi útero cantó su deseo espeso, penetrante. Y yo era feliz porque asistía al milagro de saber que en lo profundo de mi cuerpo, entre silencio, amor y araguaneyes florecidos, nacía una casa. Es preciso cerrar las compuertas para pararse en el terreno seco y recordar las formas del suelo. Las llaves.

 

miércoles, 17 de febrero de 2021

Enero 2021




Sentarse a escribir un informe de derechos humanos es lo más parecido a limpiar la casa donde hicieron una rumba caníbal. El descuartizamiento en el suelo. La relatora con la pala recogiendo una pierna por aquí, una cabeza por allá, el corazón en la otra esquina. Intentando zurcir el absurdo. Ya ni siquiera lleva guantes, tampoco logra la distancia, ¿alguna vez pudo? Sepulta en la grieta del muro papeles donde escribe los nombres que no aparecen, antes imagina sus vidas y ensaya un destino en el que no mueren de desnutrición, tuberculosis o covid-19. Sale un momento para respirar antes de volver a hundirse en la mierda. Aquí solo hay dos noticias: el sufrimiento de un pueblo y la propaganda del gobierno.

jueves, 28 de enero de 2021

Diciembre 2020

 

Rojo, collage manual, © minerva vitti rodríguez

El fin del mundo suena como los fuegos artificiales partiendo la noche con todos sus colores. La boca abierta tragando la pólvora, creyendo la ilusión del alumbramiento. “Alegría de tísico”, canta mi abuela montada en una rama. Ruido que no te deja escuchar la ola alzarse con todos sus peces para caer como un tobogán por la montaña e inundarlo todo: la noche, esta ciudad, la boca abierta, la rama, el fin del mundo. ¿A dónde huir el 24 de diciembre a las 11:40 pm, el 25 a las 12m, el 31 a cualquier hora? A dónde, si el peso de los ausentes ya no entra en las maletas que ruedan las mujeres en la avenida. ¿Rituales para viajar, migrar, huir, morir? “La ausencia es presencia”, me dice la voz en un sueño.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Náufragos de Güiria

 


La muerte vuelve a la primera orilla, la que la vio partir. Pero no es una tortuga marina, con su cuerpo lleno de huevos, que regresó a desovar. Son migrantes, náufragos de Güiria, que el vaivén del mar devolvió al hogar. Vuelven con sus gestos mordidos por peces que los confundieron con peces, sino, qué hace un cuerpo en altamar. Es la muerte que regresa con los vientres hinchados. Adentro un revoltijo de algas y esperanza colapsan. Los que nos quedamos en la orilla, tal vez por miedo, por no saber nadar o por aguantar, contemplamos el agua empozada en las nubes, extendemos los cuerpos que pronto se convertirán en huesos de mil bocas, como las esponjas que gritan sin que las escuchen.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Noviembre 2020

 



¿Cómo estar adentro y afuera? Ese fue el experimento de noviembre. Yo la ardilla correteando en la selva subterránea con un cordón amarrado a la pata. A veces la responsabilidad tiraba tan fuerte de la cuerda que el jamaqueo aturdía, otras veces se distendía tanto que podía caminar hasta las profundidades de aquellas cascadas de agua, buscar la sonrisa en la roca de la montaña, su humedad feliz, y cómo costaba volver, pero volvía, volvía a levantarme de la cama para volver a empezar.